- “Yo creo que hay que replantearse las cosas todos los días, cuando te acuestas por la noche tienes que pensar: ¿el día que ha pasado hoy ha mejorado mi vida algo?, muchas veces la vida se hace mecánica, se sigue la corriente.”
- “Cuanto más pequeño sea el equipaje, mejor. El kit de supervivencia lo lleva uno dentro, es cómo afrontar las cosas y como resolver las situaciones, hay que viajar ligero”
La cafetería salmantina Mandala estaba completamente llena, sin embargo la gente volvía la cabeza al verle entrar. Posiblemente no le conocieran, no supieran de su experiencia, de su valor, de su juventud… pero esa pinta de naufrago, con barba de días, sin peinar, una riñonera, que perfectamente podía haber sido de un hippy sesentero, y la cámara colgada al cuello, llamaba la atención de los presentes, en una de las pocas cafeterías de la pequeña ciudad castellana, dónde la cultura se da cita. Y precisamente era eso, cultura, lo que a Alberto Vara le sobraba, más bien culturas; las que había conocido durante los 10 meses que pasó dando la vuelta al mundo.
Con 24 años y una carrera de sociología terminada, cualquier chico de su edad hubiera decidido buscar unas oposiciones, presentarse y…a vivir. Desde luego pocos (o quizá, más de los que pensamos), cogen una mochila, menos de 10000€ y un billete sin vuelta a África.
Con él se cumple la interesante frase de que la patria está dónde te lleven los pies, y fueron los pies, la voluntad, la ilusión y la necesidad de tener una vida diferente las que impulsaron a este chico de familia modesta, nacido en un pueblo de Salamanca, a recorrer desde África a San Francisco, pasando por los lugares más remotos de Asia.
Cuando le tenía frente a mí con una enorme sonrisa y una amabilidad desbordante, me preguntaba si, realmente, ése era el fin de la vida, el fin por el que existimos, para hacer que los límites de lo posible sean meras líneas trazadas a boli por conformistas.
¿Cómo empezó tu viaje?
¿Cómo empezó tu viaje?
“Con un billete hacia Sur Africa y muchas ganas.”
¿Cómo reaccionan unos padres cuando su hijo de 24 años decide irse sólo a recorrer el mundo?
“Al principio se asustaron, hay una imagen muy cruel de algunos países y ellos tenía mucho miedo pero a medida que pasaba el tiempo comprendía quo yo había nacido para eso que no me iba a conformar con una vida “normal”.”
Has pasado gran parte de tu viaje recorriendo África, ¿Cuál crees que es el problema social imperante?
“Bueno, por una parte hay problemas internos, son países con gobierno corruptos que no les ayudan nada, y por otra desde fuera lo que deberían hacer es dejarlos en paz, el problema es fundamentalmente interno e irán mejorando. No se puede pretender instaurar una mentalidad occidental, son países con una mentalidad muy colectivista, no hay incentivos para que la gente mejore, porque el que lo hace debe darle parte a la comunidad.”
¿La propia sociedad ahoga las posibilidades?
“Sí desde luego su estructura, además desde fuera en vez de darles peces hay que enseñarlos a pescar, tienen una tendencia a esperar el recibir ayudas. No tienen cultura de ahorro consiguen contratos de una semana y a la semana dejan de trabajar para gastarlo, lo que les impide adquirir una formación.”
¿La formación es muy baja?
“Sería generalizar, pero sí la formación es bastante baja […] el conocimiento como tal no está valorado.”
¿Qué cultura te sorprendió más?
“Ehmm… Bueno la cultura de la tribu Imba del norte de Namibia, tenía ganas de ver una tribu de verdad, de las que viven en chozas. Me sorprendió porque antes de llegar había una ciudad importante, con agua, carnicerías supermercados… recorres un kilómetro y te encuentras a esta gente viviendo en chabolas, que se limpian con humo y que te dicen que comen muy poca carne porque sólo les dejan cazar una jirafa y entonces les pregunto que porqué no van a la carnicería de ahí al lado y responden que deben mantener las costumbres, la cultura. No lo entendí muy bien, creo que hay intereses económicos por medio.”
¿Qué pasa con los niños de esas tribus?
“Un día pregunté cuánto iban al colegio y me contestaron que sólo podía ir un 20% para preservar la cultura porque los niños que van empiezan a querer dejar el tapa-rabos para llevar vaqueros.”
De algún modo hacen que al no conocer no puedan elegir ¿no?
“Sí, hay que darle a la gente oportunidades y que luego elijan. No es ni mejor ni peor ir con vaqueros o con tapa-rabos. Pero acabarán por desaparecer.”
¿Realmente crees que acabarán desapareciendo u occidentalizándose?
“Sí, tribus así hay cuatro y acabarán desapareciendo porque están conociendo gente, gente que viaja y que les cuanta sus experiencias. Algo parecido a lo que pasó con las suecas en Benidorm [risas]”
¿Cómo te comunicaste? ¿El lenguaje fue una barrera?
“Depende, por ejemplo en África entre inglés y francés te entienden, en Asia con francés no había problema. Pero, por ejemplo en algunas zonas de Laos, donde yo de laosiano no tenía ni idea fue difícil, pero te entiendes, te miras a los ojos y te entiendes.”
¿La comunicación por gestos funciona?
“Bueno, no puedes tener una conversación de filosofía con él [risas] pero para lo básico sirve.”
¿Lo importante son las ganas?
“Sí pero en todas las facetas de la vida. Paolo Coello dice que cuando alguien hace algo de corazón el mundo conspira para que salga bien. Si le echas ganas las cosas salen bien.”
¿En algún momento del viaje el mundo entero conspiró para que las cosas te salieran bien?
“Sí, tuve un problema de dinero en Lesoto, porque no sabía que en Lesoto no había cajeros y cuando entré con 20 € me lo dijeron, tenía que cruzar el país con 20€. Me quedé en un hotel y me gasté 15 € así que logré cruzar el país con 5€ y aún no se cómo. Entré a un minibús con 9 plazas y cuarenta tíos dentro y tras 42 horas de viaje y cambiar de un autobús a otro, llegué, no sé cómo pero llegué.”
¿Para cuál de los países visitados sacarías un billete sin vuelta?
“Por ejemplo, Camboya. Me gustaría verla profundamente.”
¿Por qué?
“Es un país masificado por el turismo, con un pasado oscuro que intenta recuperarse, me gustaría ir allí unos años, aprender a hablar con ellos a convivir.”
¿Te gustó la cultura de Camboya?
“La verdad es que si es una cultura interesante, tiene mucha influencia del budismo, es gente que ayuda mucho, gente siempre sonriente sin ninguna maldad. Ves a los vendedores cuando te intentan timar y dices, joder majo es que no tienes picardía ninguna, yo que soy español que es la cuna de la picaresca, le acabas engañando tu a ellos, les veías las intenciones a dos kilómetros”
No tienen maldad ¿no?
“Nada, van a Barcelona o Madrid y le quitan hasta los calzoncillos. Yo me imaginaba a uno de estos en el metro… son unos trozos de pan los pobres. Eso nos decían en Birmania, que por cierto, está bastante mal ahora, decían que se te caía la cartera con billetes dentro y que la gente salía corriendo, pero corriendo detrás de ti para devolvértela.”
¿Birmania es un país en el que tampoco hay maldad? Pues debe ser sólo la población porque mira los gobernantes…
“Es cierto hay maldad por parte de los gobernantes que son unos corruptos que encima les están machacando ahora con el tema de las ayudas por el ciclón. Pero la gente no, quizá por eso se instauran gobiernos corruptos, porque la gente es buena, no hay maldad. Sin embargo creo que se irá acabando, ya en la zona de Bangkok se ven a los jóvenes con sus i-pods y sus deportivas de nike pero en las zonas rurales aún queda ese espíritu de buen rollismo tan característico de Asia.”
¿Y a cuál no querrías volver? ¿Al que digas aquí no quiero pisar más?
“Me gustará volver a todos en el futuro, todos tienen algo. Quizá a Sur- África porque creo que va a reventar de aquí a unos años, pero aún así me gustaría volver.”
¿La acogida en los países fue buena?
“Sí la verdad es que sí, menos en Vietnam que están muy marcados con los americanos y la guerra y te tratan a patadas, el resto sí, no tuve ningún problema, la gente entiende que es bueno que estés allí, que traes información de fuera y dejas dinero. La verdad es que no sentí ningún rechazo.”
¿Perdiste algún autobús o en algún momento una situación política de algún país te impidió visitarlo?
“Pues llegaba un momento en el que querías ir a un sitio y te decían que hasta dentro de tres días no había autobuses y al final cogías el primero que salía, a ver qué tal. Hay que ser flexible, es mejor disfrutar de la libertad. No se trata de ver muchos sitios sino de verlos en profundidad.”
Antes de marcharte afirmaste que preferías la libertad al dinero, y que esa era la razón por la que no querías patrocinador. ¿Ha habido algún momento en el que vieras que no ibas a tener dinero suficiente para poder seguir con el viaje?
“Pues va a sonar un poco raro pero se me ha ajustado perfecto el presupuesto, clavado. Las cosas salen, volví con 80€ en el banco. Hice todo lo que quise, no me privé de nada. Si algo me hubiera valido 50€ más…”
¿Eran 10000€ más o menos?
“Tenía exactamente 8500€ y me lo gasté todo, está bastante bien, lo que se gasta una persona normal en un año.”
¿Cómo reaccionarías si de aquí a unos años tu hijo te dijera que quiere irse de viaje solo, con 10000€ y una mochila?
“Bien reaccionaría bien, de hecho le animaría a que lo hiciera. Yo conocí a una chica de 18 años en el este de Vietnam que era francesa y que estaba dando la vuelta al mundo, además por tierra. Sus padres la habían obligado prácticamente [risas], le habían hecho un préstamo.”
¿Crees que todo el mundo debería hacer algo así una vez en la vida?
“Sí, es una forma diferente de entender la vida.”
¿Crees que el haber dado la vuelta al mundo ha cambiado algo en tu pensamiento, en tu forma de ver el mundo?
“La verdad es que no, yo me veo igual. Los valores son muy parecidos, se más cosas sobre el terreno y te conoces mejor; muchas veces cuando estás en sociedad te preguntas si eres tú mismo es la propia sociedad la que te impulsa a ser de una determinada manera. Cuando cambias de lugar, de sociedad, te das cuenta que si sigues comportándote igual te das cuenta de que eras así. Es como reafirmar un poco los valores que ya tenía antes”
¿Cuál ha sido la experiencia más conmovedora del viaje?¿la que te emocionó?
“A ver (…) Ah bueno, me encantó cuando crucé de Malasia a Tailandia en tren, es un cambio importante porque en Malasia entiendes los carteles, sin embargo en Tailandia no. Crucé y no me enteraba de nada, monté en el tren y se sentó un chico delante. En los trenes se suele vender comida por los pasillos y el chico me invitó a comer, sin decir nada, sin poder decirnos ni hola, me compró un trozo de pollo y un té. No sabía decirme nada y me miró y sonreía, asique yo sonreía también. Me sorprendió bastante, me alegró el día. Debió verme la cara de susto”
¿Y la más graciosa?
“Bueno, la más rara por decirlo de alguna manera, fue un día después de llegar desde Asia a San Francisco, entré en un ciber-café y, como no sabía en qué día estaba le pregunté a una chica que había al lado, me contesta y se me queda mirando fijamente; yo pienso se habrá enamorado de mí, no sé [risas], ya le digo: qué pasa y me dice: te llamas Alberto ¿no?, y le contesto sí soy yo y me dice que ya nos conocemos, hace siete meses en Sur-África me invitaste a cenar, yo flipaba. Finalmente era una chica que había invitado hace siete meses a cenar y le había pagado el albergue porque le había robado la mochila, vamos que le había salvado el culo, así que se acordaba de mí, claro.”
Puedes decir que el mundo es un pañuelo ¿no?
“Sí, sí, totalmente.”
¿Cuál ha sido tu “kit de supervivencia” en este viaje? ¿qué cosas han sido indispensables en el viaje?
“La verdad, que muchas menos de las que pensaba. Empecé el viaje con una mochila de 50 litros y acabé con una mochila de colegio. Cuanto más pequeño sea el equipaje, mejor. El kit de supervivencia lo lleva uno dentro, es cómo afrontar las cosas y como resolver las situaciones, hay que viajar ligero”
El equipaje va en contra de la posibilidad de conocer y adentrarte en un país ¿no es cierto?
“Totalmente, veías a gente con tres maletas y pensabas, si tiene que adentrarse en una jungla no va a poder hacerlo con eso; hay que llevar lo indispensable. Las mochilas deben ser pequeñas.”
Si tuvieras que elegir una persona que te haya marcado en el viaje o incluso en tu vida futura ¿Quién sería?
“Es muy difícil elegir una persona, hay muchas; cada una te enseña una cosa. Me quedo con viajeros, gente con historias rarísimas. Encontré un chico que era de Guadalajara y que había pedido un mes en el trabajo para irse a Barcelona en bici, cuando estaba en Barcelona decidió seguir hasta Francia, y una vez allí, como lo habían echado ya del trabajo, se fue a Italia, Turquía, Irán, India, Nepal, y yo me lo encontré en Malasia.”
¿En bici todo el trayecto?
“En bici todo, yo flipaba. Pero de esos muchos, hay gente con experiencias rarísimas; otros iban a hacer reportajes de las bodas del mundo, recorrían países haciendo reportajes de bodas. Gente distinta.”
Desde luego es bueno saber que hay gente distinta ¿no?
“Sí, todos parecemos encuadrados, hacemos lo mismo, la gente hace una carrera y ni lo piensa, hace un máster y ni lo piensa y quiere un trabajo fijo, y a ser posible en su ciudad. Toda la vida en el mismo sitio, que aburrimiento, trabajar cincuenta años en la misma empresa, prueba otras cosas, es un aburrimiento.”
Tú no estás hecho para una vida estable, para formar una familia y trabajar hasta envejecer con el mismo jefe ¿no?
“No, a lo mejor luego sí, no sé, no me lo planteo. Yo creo que hay que replantearse las cosas todos los días, cuando te acuestas por la noche tienes que pensar: ¿el día que ha pasado hoy ha mejorado mi vida algo?, muchas veces la vida se hace mecánica, se sigue la corriente.”
¿Tienes pensado escribir un libro de tu experiencia?
“Pues la verdad es que sí, he empezado ya pero no sé si va a tener salida.”
¿Hay algún sitio que te haya quedado por visitar?
“Dos; uno en África, Madagascar, y otro Borneo, la isla de Borneo; pero muchos más. Será por sitios en el mundo.”
No pasaste por el Tíbet, pese a ser parte de tu itinerario inicial, ¿por qué?
“La verdad es que se me salía de recorrido, la idea era ir pero al final no salió, lo cambié”
Has recibido un premio de Naciones Unidas, eres el primer español que lo recibe como Consejero de los derechos humanos, compitiendo con licenciados de Harvard, cuéntame un poco como se desarrolló esa experiencia
“Pues nada participé y tuve la suerte de que logré el premio de Best Delegate of Human Rights, y bueno pues, no me lo esperaba, había gente de muchos países, muy preparada y nada, muy emocionado.”
¿Crees que eso te abrirá puertas en el futuro?
“De cara al futuro sí, sobre todo si decido hacer cosas de cooperación internacional”
¿Esto es el final de una aventura o el inicio de una vida aventurera?
“El inicio de una vida aventurera, desde luego. Pero mi vida aventurera la había iniciado ya, con 17 años recorrí toda Europa así que es una forma de vida que se tiene desde siempre, es lo que me gusta y lo voy a seguir haciendo.”
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